martes, 19 de junio de 2012

UN SUB-8H SOÑADO: 100 KMS SEREGNO.




Cuando el pasado 20 de Abril, Iván y Marta se disponían a volar rumbo a Bérgamo, para disfrutar de una nueva cita atlética, no se podían ni imaginar las aventuras que les depararía este viaje.

Tras aterrizar en la localidad italiana se decidieron a buscar un coche de alquiler, que les llevaría esa noche hasta el alojamiento de la organización. Tarea resuelta y mientras esperaban a Miguel Martínez, tercer integrante del equipo andorrano, que volaba desde Santander se dispusieron a cenar para amenizar la espera.

El burgalés Miguel, amigo de la pareja y compañero de Iván en la maratón de Egipto del pasado mes de Enero, llegó acompañado del grupo de apoyo de Asier Cuevas. Además en este mismo vuelo aterrizaron José Soto Conde y Ramón Álvarez, ultrafondistas y amigos del andorrano, que habían venido para disputar la carrera de 100 open.












Tras los reencuentros, siempre agradables, con compañeros y amigos y Miguel entre ellos, se dispusieron a contactar con la organización del campeonato para que les facilitaran la información del alojamiento. A partir de este momento y con la problemática del idioma tratarían de llegar a dormir al Albergue.

Varios intentos más tarde y viendo que les iba a ser imposible llegar, puesto que nadie parecía reconocer la dirección, decidieron que ya era demasiado tarde y dieron la búsqueda por finalizada. Lo urgente en ese momento era buscarse la vida rápidamente y encontrar un hotel o lo que fuera, porque sino pasarían esa noche en el coche. Al final y pasada la una de la madrugada; los tres integrantes del equipo andorrano compartirían, además de malhumor, habitación esa noche en los alrededores de Leco, a las orillas del lago Como.











El nuevo día les despertaría en un paraje inigualable; verde, montañoso y con vistas al lago. Y aunque el principio de su aventura en Italia había estado llena de contratiempos, la belleza del paisaje aquella mañana merecía la pena.

Después de desayunar y tras las fotos de rigor, se desplazarían hasta Seregno donde tendrían lugar los actos que rodeaban al campeonato. Tales como la renovación de cargos de la IAU (asociación internacional de ultrafondo), la charla técnica para los responsables de equipo, el desfile de países por las calles y la “pasta party” como cena típica para reponer los depósitos de energía de los atletas.

Esa noche, mientras el equipo español y andorrano compartían su cena de hidratos, una tormenta ayudaría a refrescar el ambiente para el día siguiente. Tan sólo unas cuantas horas después, justo a las 5 de la mañana, sonaba el despertador.

Iván comenzaría su jornada desayunando antes de la gran prueba, que convocaba a todos los atletas a las 8:00 en la salida. Con el dorsal puesto y tras comprobar que los avituallamientos estaban en su sitio, la organización les comunicaría que la salida se retrasaría hasta las 8:30, por lo que habría que controlar los nervios durante 30 minutos más. Solo quedaba la puesta a punto, unos minutos de calentamiento y a tratar de correr rindiendo sobre lo esperado.

Por fin llegaría la hora fijada y con ella el control de dorsales, ya estaban preparados en el cajón habilitado para atletas de los campeonatos de Europa, del Mundo y Master. Al oír la señal de salida daría comienzo a un duro y continuado esfuerzo. Les esperaba una jornada atlética de 5 vueltas, por un circuito urbano de 20kms.

Iván se colocaría rápidamente en un grupo, que aunque marcaba un ritmo irregular no era del todo malo para sus intereses. Se mantuvieron rodando entorno a 4’26”, pero con algunos tirones que les acercaban a 4’15”. En dicho grupo formado por unos 8 atletas de las selecciones masculinas de diferentes países (Canadá, Ucrania, Bielorrusia, Polonia, Japón y Lituania) y además de 2 féminas rusa y japonesa, el andorrano intentaría no guiarse por los irregulares ritmos y acordaría con el atleta canadiense que mantendrían una velocidad más uniforme.









Y así fue durante las dos primeras vueltas y a partir de esos 40kms cada uno iría a lo suyo, ya que cada atleta está acostumbrado a cosas diferentes. Hay quien hace paradas en los avituallamientos y quien incluso estira en alguno de los controles. Pero lo acostumbrado por Iván es fácil: “no parar en carrera”. Reponer líquidos, mojarse, comer e incluso “mear” está acostumbrado a hacerlo en marcha.

El paso de la maratón (3h09’34”) podría dar indicios de que si acababa la prueba, conseguiría una buena marca, pero a partir de ese punto hasta meta sería totalmente diferente. Hasta el Km. 67 iría en compañía de la norte americana Amy Sproston, que después se proclamaría ganadora del campeonato del mundo.

Poco antes de perder la estela de la americana, se juntaría con un maltrecho José Antonio Requejo, que ya había tenido que parar un par de veces. Que a parte de diversas molestias musculares, incluso había tenido que quitarse las plantillas, ya que sus zapatillas le estaban pequeñas. Todo hay que decirlo un error del atleta, por su falta de experiencia en esta distancia. Tras dejar atrás al español, Iván se quedaría de nuevo en solitario, con el handicap que esto le supondría para conseguir finalizar la prueba.

La última vuelta y en concreto entre los Kms. 85-90 sería un infierno para él. Llegando a marcar un crono de 6 minutos en el Km. 90, que además coincidiría con una de las subidas más fuertes del recorrido. Pero llegado ese punto y con la cabeza fuerte, puesta en terminar por debajo de las 8 horas, su ánimo cambió. Cada kilómetro que le restaba hasta meta, lo haría más rápido, llegando a hacer Kms. a 4’25”. Por fin y tras un trabajo bien hecho tanto físico como mental, estaba en la recta de meta y solo le quedaba aplaudir para agradecer a los espectadores el apoyo recibido.

Ya en meta con un crono de 7h48’38” marca personal, récord de Aragón y de Andorra, se fundiría en un abrazo con Marta. Las lágrimas de alegría y la satisfacción de otro reto más conseguido, harían un momento mágico para ambos.

Alguien que había estado animando al andorrano durante toda la prueba, le estaba esperando. No era otro que Mario Fattore, campeón del mundo en 2003 (Tainan –Taiwan) y un atleta muy querido en Italia. Tras agradecer al Italiano su visita y sus ánimos, ya sólo quedaba comentar la carrera con los españoles y otros atletas amigos. Y por supuesto felicitar a Miguel, que junto con el equipo de Asier Cuevas fueron de gran ayuda en el avituallamiento.

Terminarían el día en el pabellón deportivo, esperando la entrega de trofeos. En la que Asier subiría al podium a recoger un merecido bronce como atleta veterano.

Aquella última noche la pasarían en el “albergue fantasma” que la organización había preparado para ellos y entendieron por qué no habían encontrado el viernes. Estaba situado a gran altitud, entre montañas nevadas y al final de una carretera por la que tan solo se podía circular en un sentido.

La mañana del lunes 23 y dada la altitud nos llevaríamos una nueva sorpresa, en forma de nieve. El paisaje estaba totalmente blanco y después de desayunar, decidirían no retrasar el trayecto hasta el aeropuerto por aquellas carreteras llenas de curvas.

Finalizarían su excursión haciendo un poco de turismo por la localidad de Bérgamo. Con el tiempo justo para a hacer algunas fotos, enviar unas postales y curiosear por los alrededores, hasta la hora del vuelo de Miguel. Iván y Marta volarían un par de horas después destino a Zaragoza.

















Por fin volvería a casa con un tesoro en su mochila, una buena actuación y por lo tanto un buen resultado. En definitiva muy satisfecho y con el tan deseado crono sub 8 horas en su poder.

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